Intentamos preocuparnos a diario por nuestra salud, pero es cierto que especialmente durante el embarazo esos cuidados se intensifican. Es una etapa en la que aparecen dudas y preguntas sobre nuestra salud y la del bebé, sobre todo cuando se reactiva una infección antigua como es la del herpes labial.

¿El herpes labial representa un riesgo para el bebé? ¿Podemos prevenir los brotes antes del embarazo? ¿Qué papel juega el sistema inmunitario? En este artículo aportamos una visión clara y sensata sobre ello, porque la salud no solo se basa en sentirnos bien sino también en entender lo que ocurre dentro de nuestro cuerpo.

¿Qué le sucede a nuestro sistema inmunitario durante el embarazo?

Imagina que el virus del herpes simple tipo 1 (VHS-1), causante del herpes labial, es un huésped silencioso que vive en tu cuerpo desde hace años. No molesta, no hace ruido… hasta que encuentra una puerta entreabierta a través de la cual salir.

Esa puerta pueden ser distintos factores desencadenantes como el estrés, el cansancio, un resfriado o, en caso de embarazo, los cambios hormonales e inmunitarios que se producen en nuestro cuerpo.

Durante la gestación, el sistema inmunitario atraviesa un proceso de reajuste. Aunque suele decirse que “baja la inmunidad”, lo que en realidad ocurre es que se modula: no se apaga, sino que cambia de forma inteligente para permitir que el feto, que es genéticamente distinto a la madre, pueda desarrollarse sin ser rechazado.

Este cambio implica una disminución temporal de ciertos mecanismos de defensa, especialmente los relacionados con la inmunidad celular, la cual es clave para controlar infecciones virales como la del herpes. Esta adaptación inmunitaria es completamente normal y necesaria para el embarazo, pero puede hacer que el organismo esté algo menos preparado para frenar virus que ya estaban presentes en estado latente.

Además, los cambios hormonales también juegan un papel importante. Durante el embarazo aumentan los niveles de progesterona y estrógenos. Son hormonas que, entre otras funciones, influyen directamente en la respuesta inmunitaria y en el estado de la piel y las mucosas. Este nuevo equilibrio hormonal, sumado al estrés físico y emocional que suele acompañar esta etapa, puede facilitar que virus como el VHS-1 aprovechen la ocasión para reactivarse.

Por eso, algunas mujeres notan que los brotes de herpes labial aparecen con más frecuencia durante el embarazo. No significa que el sistema inmunitario se encuentre debilitado, sino que está priorizando otras funciones esenciales para que la gestación siga su curso con normalidad.

¿Puede afectar al bebé un brote cerca del parto?

La respuesta breve es no. El herpes labial, causado por el VHS-1, no suele representar un riesgo para el feto. Es poco probable que el virus atraviese la barrera placentaria o que agrave los síntomas por el hecho de estar embarazada.

Lo que sí conviene saber es que, si aparece un brote cerca del parto, hay que extremar precauciones para evitar el contacto con el recién nacido. El virus puede contagiarse por vía oral si hay lesiones activas. Por eso, en ese momento, es importante no besar al bebé y mantener una buena higiene de manos.

Pero… ¿y si el herpes no está en los labios?

Aquí es donde conviene diferenciar bien. Existen dos tipos principales de virus del herpes simple: el tipo 1 (VHS-1), que suele causar lesiones en los labios; y el tipo 2 (VHS-2), que se asocia más frecuentemente al herpes genital. Ambos pueden producir brotes en distintas zonas, pero su comportamiento clínico y los riesgos del herpes en el embarazo no son los mismos.

Cuando hablamos de herpes genital, el contexto cambia. Este sí puede suponer un riesgo si hay lesiones activas en el momento del parto. En ese caso, el equipo médico podría valorar incluso la necesidad de realizar una cesárea para evitar la transmisión al bebé, ya que el contacto con las secreciones infectadas durante el parto vaginal puede facilitar el contagio.

¿Puede un herpes labial pasar a la zona genital?

Aunque no es lo más habitual, puede ocurrir que un herpes labial pase a la zona genital por autoinoculación: por ejemplo, si tocamos una lesión en el labio y luego la zona genital sin habernos lavado las manos. O también podría transmitirse a través del sexo oral.

Para evitarlo:

  • Lavar bien nuestras manos después de tocar la zona afectada.
  • Evitar el sexo oral si tenemos un brote.
  • No compartir toallas ni objetos de higiene personal durante la reactivación.

Prevenir y reducir los brotes de herpes labial con pequeños gestos

Hay señales que nos dicen que nuestra salud necesita atención y, aunque a veces no se notan a simple vista, están ahí. Cuidar de ella cada día es clave, especialmente durante el embarazo.

No se trata de grandes esfuerzos ni de soluciones mágicas, sino de pequeños gestos diarios que ayudan a mantener el equilibrio:

  • Dormir y descansar lo suficiente. El descanso permite al sistema inmunitario recuperar su capacidad de respuesta. Durante el embarazo, la fatiga es común, pero tratar de respetar los ritmos de sueño, hacer pausas y evitar el agotamiento extremo puede marcar una gran diferencia.
  • Evitar la exposición solar intensa en los labios. El sol es uno de los desencadenantes más frecuentes del herpes labial. Usar protección solar específica para labios (como bálsamos con SPF) y evitar la exposición prolongada en las horas de mayor radiación puede ayudar a prevenir brotes.
  • Tratar de reducir el estrés. Aunque no siempre es posible eliminarlo, buscar momentos de desconexión, practicar técnicas de respiración o incorporar hábitos relajantes (como paseos tranquilos o escuchar música) puede ser beneficioso para el sistema inmunitario y para el equilibrio general del cuerpo. En este caso, la microinmunoterapia puede ser una gran aliada en la gestión del estrés.
  • Comer de forma equilibrada, sin obsesionarse. Durante el embarazo, la alimentación se convierte en una preocupación habitual. No se trata de seguir dietas estrictas, sino de procurar una alimentación variada y rica en nutrientes, que incluya frutas, verduras, proteínas, grasas saludables y suficientes líquidos. Los cambios hormonales ya suponen una carga: no conviene sumar estrés alimentario innecesario.

Si deseas quedarte embarazada y los brotes son frecuentes, es posible que tu cuerpo te pida una atención más profunda. En estos casos, la microinmunoterapia puede ser una buena opción preventiva. Se trata de un enfoque que busca ayudar al sistema inmunitario a reconocer y gestionar mejor las infecciones virales desde su origen, mediante el uso de sustancias inmunomoduladoras en bajas dosis que no fuerzan ni suprimen las funciones naturales del sistema inmunitario.

Actuar con antelación, cuando aún no hay síntomas y el embarazo está en fase de planificación, permite preparar el terreno de forma respetuosa y sin interferir en los procesos naturales del organismo.

¿Qué hacer si aparece un brote de herpes durante el embarazo?

Si estás embarazada y notas las primeras señales de herpes (como hormigueo, picor o sensación de calor en la zona de los labios), lo primero es no alarmarse. Aunque el brote puede resultar molesto, lo habitual es que no suponga un riesgo para el embarazo. Además, la mayoría de ellos suelen resolverse por sí solos.

Eso sí: es importante consultar con tu profesional de salud. Podrá valorar tu caso concreto y ayudarte a decidir cómo actuar, especialmente si el brote aparece cerca del parto o si tienes antecedentes de infecciones más extensas. En esta etapa, cualquier tratamiento debe considerarse con prudencia, y solo el profesional puede evaluar los riesgos y beneficios de cada opción.

Mientras tanto, puedes seguir algunas recomendaciones sencillas que ayudan a evitar complicaciones o contagios:

  • No manipular las ampollas ni intentar reventarlas. Esto puede extender el virus a otras zonas o facilitar infecciones secundarias.
  • Lavarse bien las manos después de tocar la zona afectada. El virus puede transmitirse a través del contacto si no se mantiene una buena higiene.
  • Evitar tocarse los ojos tras haber estado en contacto con el herpes, ya que el virus puede causar infecciones oculares si se propaga.
  • No compartir toallas, utensilios ni productos de higiene personal durante el brote.
  • Evitar el contacto directo con el bebé una vez nacido si tienes una lesión activa. En caso de brote en el momento del parto o durante los primeros días del recién nacido, es especialmente importante no besarle ni acercar el rostro a su piel para evitar el contagio.

Una visión que va más allá de un brote puntual

Tendemos a pensar en la salud solo cuando aparece un síntoma. Pero cuidar el sistema inmunitario no es algo que se haga solo en el curso de una enfermedad.

El herpes labial es uno de esos virus que reaparece cuando el cuerpo baja la guardia. Y el embarazo es, precisamente, un momento en que el cuerpo está ocupado en muchas otras tareas. Por eso, más que combatir el virus cuando aparece, proponemos entenderlo y prevenirlo.

Si los brotes son frecuentes y aún no estás embarazada, la microinmunoterapia puede ser una herramienta interesante para preparar al sistema inmunitario desde dentro, de forma respetuosa. Porque entender cómo responde tu cuerpo también es una forma de prepararte para esta etapa. Y en esa preparación, el sistema inmunitario tiene mucho que decir.

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Preguntas frecuentes sobre herpes labial y embarazo

¿Qué pasa si tengo un brote de herpes justo antes del parto?

Si se trata de un herpes labial, el riesgo de contagio al bebé es bajo, pero se deben extremar las precauciones para evitar el contacto oral directo. Aumentaría el riesgo si el virus se ha reactivado en la zona genital: en ese caso, el equipo médico puede valorar un parto por cesárea para evitar el contagio neonatal. Es clave informar siempre al ginecólogo ante cualquier brote activo cerca del momento del parto.

¿Puedo amamantar si tengo herpes labial activo?

Sí, se puede dar el pecho siempre que el brote se limite a la zona labial y no haya lesiones en el pecho. Lo más importante es evitar el contacto directo del herpes con el bebé, lavarse bien las manos y usar mascarilla mientras se tenga una lesión activa. La leche materna sigue siendo segura y beneficiosa, incluso durante un brote.

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