Todos los días nuestro organismo entra en contacto con miles de sustancias extrañas, que pueden hacernos daño o provocar alteraciones, conduciendo a la aparición de una enfermedad. Es por esa razón que nuestro cuerpo posee toda una serie de barreras y mecanismos de defensa (sistema inmunológico) que nos protegen constantemente del ambiente externo, e incluso de cualquier anormalidad que pueda darse en el interior de nuestro organismo. Los antígenos son cualquier molécula que los mecanismos de defensa identifiquen como extraña en nuestro organismo. En esa definición se incluye cualquier elemento que forme parte de un patógeno (virus, bacteria, hongo, etc.), cualquier toxina, alérgeno, etc.
En ocasiones, el sistema inmune reconoce, por error, moléculas propias del organismo como nocivas, lo que puede inducir procesos autoinmunes. La molécula detectada, entonces, se denomina autoantígeno.
Interacción entre el antígeno y el sistema inmune
El sistema inmune reconoce a los antígenos principalmente mediante dos mecanismos:
- La unión e interacción específica entre el antígeno y su anticuerpo. La especificidad de esta unión será muy elevada, ya que cada anticuerpo es único y específico para un determinado antígeno.
- La unión e interacción especifica entre el antígeno y los receptores de antígeno (por ejemplo receptores de tipo Toll) situados en la superficie de las células inmunitarias. Esta unión será menos específica pues estos receptores detectan moléculas conservadas en muchos patógenos.
Hay que tener en cuenta que no siempre, cuando un antígeno entra en contacto con el anticuerpo o el receptor correspondiente, se iniciará una respuesta inmunitaria. Que un antígeno interaccione con moléculas del sistema inmune no significa que se inicie una respuesta.
La capacidad de un antígeno de iniciar una respuesta, dependerá de las características del antígeno: su naturaleza química, su complejidad, su tamaño, etc. Una sustancia capaz de iniciar una respuesta inmune será presentada por las células presentadoras de antígeno a otras células del sistema inmune. Así, favorecerá su activación y la destrucción del patógeno por parte de estas.