Llega la primavera y con ella el aumento de alergias. Los elementos primaverales como el polen, más horas de sol, las picaduras de insectos, etc. son algunos ejemplos que producen una respuesta exagerada del sistema inmune de algunas personas.

En este post vamos comentar algunas preguntas frecuentes sobre la alergia.

¿Qué es y por qué se produce la alergia?

Como decíamos, la alergia es una respuesta inmunitaria desproporcionada a elementos inofensivos llamados alérgenos como el polen, ácaros del polvo, alimentos, medicamentos, etc. Los síntomas más comunes son: enrojecimiento de la piel, picazón, estornudos, lagrimeo, congestión nasal, tos, dificultad para respirar y en casos graves anafilaxia que puede poner en peligro la vida. Los individuos afectados por alérgenos como el polen se denominan “atópicos”, mientras que los no afectados se denominan “no atópicos”.

La alergia no es una enfermedad genética propiamente pero sí que existe un componente hereditario que hace a una persona más susceptible de padecerla. Con esa base de susceptibilidad, dependerá de la exposición a diferentes alérgenos el hecho de que se desarrolle unos cuadros, otros o ninguno. Por ejemplo: si una persona de una zona geográfica desarrolla alergia a los ácaros y se traslada a vivir en una zona donde hay cultivos de olivos, podría desarrollar una nueva alergia al polen de los olivos. Es decir, una persona puede tener una tendencia y luego hay factores que modulan las circunstancias para llegar a desarrollar la enfermedad.

Fases en los procesos alérgicos

La primera fase es la de sensibilización. Cuando el alérgeno entra en el cuerpo será captado por las células presentadoras de antígenos, como las células dendríticas o macrófagos, que transportaran al alérgeno a los ganglios linfáticos donde serán presentados a los linfocitos T. Tras este primer reconocimiento, los linfocitos T se diferenciaran en un subtipo denominado Th2, “especializado” en la respuesta alérgica y capaz de sintetizar citoquinas como las interleuquinas IL-4, IL-5 e IL-13. La IL-4, y en menor medida la IL-13, activan la producción de anticuerpos específicos para el alérgeno. Estos anticuerpos específicos, denominados IgE, se fijarán en la superficie de otras células inmunes, como los mastocitos y basófilos. Por otro lado, la IL-5 activa los eosinófilos, otro tipo de células implicadas en el proceso alérgico.

La segunda fase, una vez ya sensibilizados, ocurre cuando volvemos a tener contacto con el alérgeno. Entonces, este será capaz de unirse a las moléculas IgE específicamente producidas en la primera fase, produciendo la desgranulación de los mastocitos y básofilos2. Este proceso consiste en la liberación al exterior de sustancias tales como la histamina, que son las responsables de la sintomatología alérgica observada en la rinitis, el asma, la urticaria…

¿Cuáles son las alergias más frecuentes?

La prevalencia de ciertos tipos de alergias puede variar según el país o la región, ya que la exposición a ciertas sustancias alergénicas es diferente en las distintas zonas del mundo. Por ejemplo dentro de las alergias alimentarias serán más frecuentes las que se desarrollan frente a un alimento que se incluye habitualmente en la dieta. En las alergias respiratorias dependerá de la cantidad de un alérgeno en el aire como puede ser un tipo de polen, contaminación, humedad, etc. En las alergias a productos químicos dependerá de la frecuencia de exposición a ellos como pinturas, disolventes, reactivos, etc. que se puede producir en el ámbito personal o profesional. Es decir, si aumenta la posibilidad de exposición a un determinado alérgeno aumentará la prevalencia de alergia frente a él.

¿Qué diferencia hay entre la alergia y la intolerancia? 

Cuando se produce intolerancia se desencadenan mecanismos múltiples y de tipo no inmunológico. Por ejemplo, hay adultos que digieren mal los lácteos porque no tienen capacidad de digerir la lactosa por falta de alguna enzima. Los síntomas que les va a producir son síntomas digestivos en forma de gases, hinchazón abdominal, dolor etc. Son personas que pueden tomar leche que no lleva lactosa. En este caso hablamos de intolerancia a la lactosa. La persona que tiene alergia a la leche, lo es a ciertas proteínas que son sustancias de la leche y, por ende, si toma leche o lácteos puede ser causa de reacciones muy graves. Hay personas que toleran mal un fármaco en concreto y cuando lo toman, pueden tener dolor de cabeza o algún otro síntoma, pero si el fármaco es imprescindible se pueden asumir esas molestias.

¿Una higiene excesiva puede aumentar las alergias?

Los hábitos de higiene no se asocian con una mayor posibilidad de sufrir alergias. De hecho, una buena higiene es importante para prevenir infecciones y enfermedades, incluidas aquellas que pueden empeorar los síntomas alérgicos existentes. Sin embargo, existe una teoría llamada la hipótesis de la higiene, que sugiere que el aumento en la incidencia de alergias en algunas partes del mundo puede deberse a una disminución en la exposición a microorganismos y otros agentes infecciosos a través de la higiene excesiva. La teoría sugiere que una exposición temprana a una variedad de microbios y agentes infecciosos puede ayudar a entrenar el sistema inmunológico y prevenir el desarrollo de alergias y enfermedades autoinmunitarias. Sin embargo, esta teoría aún es objeto de debate y se requiere de más investigaciones para establecer su validez en el ámbito alérgico.

¿Las alergias se curan o solo se tratan?

Si el alérgeno causante es fácilmente evitable, la enfermedad se puede curar. Si una persona padece rinitis y asma porque ha desarrollado una alergia al hámster que tienen en casa, se puede retirar el hámster y se cura.

Por el contrario, si el alérgeno no es fácilmente evitable se puede hacer tratamiento para mejorar la calidad de vida. En este caso es importante tener en cuenta que la reacción que da lugar a la alergia tiene una base inmunológica y es conveniente revisar el estado del sistema inmune y el grado de hiperreatividad natural que presenta la persona alérgica, para ayudarle a reequilibrar la respuesta del sistema inmune.

Es importante que una persona alérgica conozca bien su enfermedad y sepa en qué situación puede correr un riesgo grave para que tome las medidas necesarias de evitar la exposición y disponer de los medicamentos de urgencia apropiados.

De forma habitual, solemos utilizar medicamentos como los antihistamínicos o los corticoesteroides, para el tratamiento de los síntomas de la alergia, aunque generalmente suelen ser una solución temporal.

En los últimos años se han ido desarrollando otros tratamientos, como la inmunoterapia especifica con alérgenos (ITE). Esta consiste en la administración progresiva de cantidades crecientes del alérgeno con el fin de modular la respuesta inmune mediada por las IgE. También se ha descrito que tratamientos con interleuquinas como la IL-10 y el TGF-beta podrían ayudar a suprimir la respuesta de las células T ante la detección de alérgenos en las mucosas y a controlar la respuesta inflamatoria vinculada a la alergia3,4.

En esta línea, la microinmunoterapia es un enfoque terapéutico que utiliza moléculas propias de nuestro sistema inmune, como las citoquinas, en dosis inferiores o iguales a las fisiológicas, garantizando así una buena tolerancia, con el fin de modular las acciones del sistema inmune.

Bibliografía

  1. Islam N, Chu DK. What is causing the rise in food allergy? A narrative review of risk factors for the development of food allergy in infants and children. Front Allergy. 2022 Nov 24;3:1037596. doi: 10.3389/falgy.2022.1037596. PMID: 36506645.
  2. Halken S. Prevention of allergic disease in childhood: clinical and epidemiological aspects of primary and secondary allergy prevention. Pediatr Allergy Immunol. 2004 Jun;15 Suppl 16:4-5, 9-32. doi: 10.1111/j.1399-3038.2004.0148b.x. PMID: 15125698.

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