Ante cualquier agresión externa, ya sea una quemadura, una picadura o una infección viral, el sistema inmunitario pone en marcha estrategias concretas y diferenciadas con el objetivo de defender el organismo de la manera más eficaz posible.

Especialmente en épocas donde aumenta la frecuencia de infecciones respiratorias, como la gripe, resulta fundamental comprender la compleja cascada de eventos biológicos que ocurren cuando un virus intenta invadirnos. Vamos a detallar los mecanismos de defensa innatos y adaptativos, el desafío que suponen los virus mutantes y el papel de la microinmunoterapia como herramienta de inmunomodulación.

¿Cómo acceden los virus al organismo?

Una característica que define a los virus es que carecen de mecanismos propios para crecer y reproducirse; por tanto, necesitan entrar en las células del hospedador para sobrevivir.

Tomando como ejemplo el virus de la gripe, el contagio se produce principalmente a través de gotitas aéreas expulsadas al toser o estornudar, siendo su vía de entrada las vías aéreas superiores (nariz, boca, faringe).

Antes de alcanzar las células diana, el virus debe superar una serie de barreras primarias:

  • Barreras físicas y mecánicas: como la piel o el reflejo de la tos.
  • Barreras químicas naturales: como las enzimas digestivas o el ácido gástrico.
  • Barreras mucosas: en el tracto respiratorio, una capa rica en mucina, proteínas surfactantes y defensinas atrapa a los virus, dificultando que infecten las células epiteliales subyacentes.

Fases de la respuesta inmunitaria ante la infección

Si el virus supera las barreras iniciales, se activa una respuesta secuencial del sistema inmunitario.

  1. La respuesta inmune innata: detección y acción rápida

La inmunidad innata es la primera línea de defensa activa una vez que el virus ha entrado. Se diferencia de la adaptativa por ser más rápida pero inespecífica, ya que carece de memoria inmunitaria.

El proceso comienza cuando el virus es detectado por receptores de reconocimiento de patrones (como los tipo Toll), principales activadores del sistema innato, lo que conlleva la producción de citoquinas.

Los agentes clave en este nivel son:

  • Interferones: Su acción es muy importante en la defensa antiviral. Aumentan la expresión de las células infectadas (haciéndolas sensibles a los linfocitos T), activan a las células natural killer (que producen citoquinas, inflamación y muerte del patógeno) y estimulan genes que protegen a las células vecinas de la infección.
  • Macrófagos: Poseen receptores capaces de reconocer el virus o células infectadas para después fagocitarlas (ingerirlas) y destruirlas.
  • Citoquinas proinflamatorias: Mensajeros como la IL-6 o el TNF-alfa, esenciales para activar y organizar células inmunes innatas. Una respuesta exagerada de estas citoquinas puede ser perjudicial, causando, en el caso de la gripe, congestión pulmonar.
  1. La inmunidad adaptativa: profundizando en la especificidad y la memoria

Si el proceso no se resuelve en el nivel innato, el sistema inmunitario sigue trabajando hacia una inmunidad más específica. En esta fase, células como los macrófagos y dendríticas, una vez activadas, migran hacia los ganglios linfáticos para preparar la respuesta adaptativa.

Los protagonistas aquí son los linfocitos, que ejecutan una defensa dirigida:

  • Selección de antígenos (Linfocitos T): con la ayuda de células presentadoras de antígenos y el complejo mayor de histocompatibilidad, los linfocitos T seleccionan entre una amplia variedad aquellos antígenos virales específicos que generarán una reacción inmunitaria efectiva contra el patógeno concreto.
  • Producción de anticuerpos (Linfocitos B): los linfocitos B evolucionan a plasmocitos, células con capacidad para producir gran cantidad de anticuerpos. Estos se fijan específicamente a los virus y células infectadas.
  • Acción citotóxica (Linfocitos T8): los linfocitos T8 citotóxicos se encargan de destruir las células infectadas que han sido marcadas por los anticuerpos.

El desafío de la mutación viral

Por poner un ejemplo, la relación entre el sistema inmunológico y el virus de la gripe demuestra una adaptación continua. El virus muta constantemente, presentando cada invierno subtipos que el organismo percibe casi como nuevos.

El problema radica en que la inmunidad adaptativa rara vez produce anticuerpos contra antígenos invariables (las partes del virus que no cambian), que son los que proporcionarían protección duradera. Por este motivo, cada nueva infección gripal supone un nuevo reto que obliga al sistema a reconocer de nuevo al virus y diseñar células B específicas para él.

La búsqueda de la homeostasis: resolución de la infección

El sistema inmunitario tiene como objetivo proteger el organismo de manera específica y con el menor gasto energético posible. Una vez que la amenaza ha sido controlada, es vital volver al equilibrio interno, conocido como homeostasis.

La fase de resolución es crítica para evitar daños tisulares derivados de una inflamación prolongada:

  1. Señales antiinflamatorias: cuando la infección está resuelta, los linfocitos T4 liberan citoquinas antiinflamatorias, que actúan como señales para disminuir la intensidad de la respuesta inmunitaria.
  2. Limpieza celular: los macrófagos se encargan de fagocitar y limpiar la zona de infección, eliminando restos celulares y virus neutralizados para permitir la recuperación del tejido.

Es crucial que este proceso esté regulado y para ello el sistema inmunitario debe funcionar en su óptimo natural.

El papel de la microinmunoterapia

En épocas de mayor riesgo de sufrir una infección viral, o cuando el proceso infeccioso ya está establecido, la microinmunoterapia puede ser un apoyo terapéutico si nuestra inmunidad no puede resolver por sí sola estos procesos.

Al estar compuesta por los mismos «mensajeros» que utiliza el sistema inmunitario (como las citoquinas), la microinmunoterapia puede ayudar a reajustar la respuesta inmunitaria. Su objetivo es que el organismo recupere su correcto funcionamiento y sea resiliente para poder detectar y controlar de forma más rápida y eficaz los virus.


Conclusión

En definitiva, la respuesta de nuestro cuerpo ante los virus es una danza compleja y precisa entre diferentes tipos de células y señales químicas. Desde las barreras iniciales hasta la sofisticada memoria de la inmunidad adaptativa, el objetivo siempre es protegernos y devolvernos al equilibrio. Comprender estos mecanismos nos ayuda a valorar la importancia de cuidar nuestra inmunidad a diario y a entender cómo enfoques como la microinmunoterapia pueden ofrecer un apoyo valioso cuando nuestro sistema necesita ayuda para orquestar una defensa eficaz y resiliente.

Bibliografía

  1. Fresno M. Aspectos funcionales y aplicaciones de los interferones. Centro de Biología Molecular. Universidad Autónoma Madrid y CSIC.
  2. Delves P. Componentes moleculares del sistema inmunitario. University College London. Manual MSD. Dic. 2018

Preguntas frecuentes sobre el sistema inmunitario y los virus

La inmunidad innata es la primera respuesta defensiva; es rápida pero inespecífica y carece de memoria inmunitaria. La inmunidad adaptativa es más lenta en su activación inicial, pero es altamente específica para el patógeno concreto y tiene capacidad de memoria.

Porque el virus de la gripe muta y cambia sus subtipos constantemente. El sistema inmunológico a menudo debe diseñar una nueva respuesta de células B específicas porque los anticuerpos previos no reconocen las nuevas variantes del virus.

Es el proceso de retorno al equilibrio interno del sistema inmunitario una vez que la infección ha sido resuelta, con el objetivo de conseguir de nuevo la normalidad con el menor gasto energético posible.

Utiliza mensajeros inmunológicos para ayudar a reajustar la respuesta del organismo, buscando una detección y control más rápido y preciso de los virus.

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