Millones de microorganismos forman una capa de protección sobre la superficie de nuestro cuerpo y en las cavidades conectadas con el exterior, como las mucosas (aparato respiratorio, digestivo, mucosa vaginal, etc.). Es la microbiota, y se considera un órgano corporal en toda regla. No podemos verlo, pero de su buen funcionamiento depende nuestra salud.

COMPOSICIÓN DE LA MICROBIOTA

Al nacer, según el tipo de parto, el bebé adquiere la primera colonización con los microorganismos residentes en la vagina o en la piel de la madre. Está demostrado que la microbiota realizará mejor sus funciones cuanto más temprana se produce esta colonización. Posteriormente otros factores como la alimentación, la utilización de antibióticos, la convivencia con hermanos mayores, la existencia de mascotas en la familia, vivir en el campo o la ciudad, etc. van conformando la variedad y cantidad de bacterias, hongos, virus y protozoos, que la constituyen. Para un individuo, la composición de su flora sigue un patrón más o menos típico. Así, lo que ocurre es que cuando se produce una perturbación de ese patrón o disbiosis se traduce en problemas de salud.

FUNCIÓN INMUNITARIA DE LA MICROBIOTA

Además de funciones digestivas, metabólicas y neuroendocrinas, la microbiota tiene una función clave en la defensa del organismo, por ser el órgano de contacto con el exterior.

  • Uno de nuestros mecanismos de defensa depende directamente de las bacterias comensales. Estas producen mucina y péptidos antimicrobianos que impiden la entrada de microbios y controlan su crecimiento. La microbiota también colabora en el mantenimiento de la unión intercelular del epitelio mucoso para la conseguir crear una barrera física fuerte y evitar la permeabilidad intestinal (es decir, el paso de moléculas extrañas fuera del lumen intestinal).
  • Las células dendríticas, células inmunes especializadas en la captación y reconocimiento de elementos extraños, se entrenan con las bacterias comensales y desencadenan inmunidad celular y humoral, promoviendo la secreción de anticuerpos IgA que detectan la entrada de patógenos en las mucosas.
  • Regula las funciones de las células linfoides potenciando la inmunidad adaptativa, la reparación de tejidos y controlando la inflamación.

Tan importante es el rol de la microbiota intestinal en el organismo, que en ciertas patologías, como en casos como la diarrea por Clostridium difficile, y la aparición recurrente de cepas patógenas resistentes a antibióticos, o en otras situaciones como en la enfermedad inflamatoria intestinal, síndrome metabólico, trasplante de progenitores hematopoyéticos, entre otros ejemplos, se ha utilizado la terapia de transmisión fecal, que consiste en cambiar la microbiota de un paciente por la flora intestinal de una persona sana, con el fin de ayudar al organismo a recuperar las funciones beneficiosas que tienen estos inquilinos en nuestro cuerpo.

CUIDAR LA MICROBIOTA EN EL DÍA A DÍA

En general los cuidados principales deben ir encaminados a incrementar la diversidad microbiana beneficiosa, importante en el desarrollo de tolerancia intestinal.

  • Cuidar la alimentación es el primer factor, priorizando el aumento de la variedad y cantidad de vegetales más que la exclusión de alimentos de origen animal, ya que la variedad de la dieta favorece la estabilidad de la microbiota. De hecho, la fibra procedente de cereales, frutos secos, fruta y verdura, es el principal alimento de la flora intestinal. Las bacterias intestinales se encargan de digerirla y producir ácidos grasos de cadena corta, que tienen efectos beneficiosos para la salud.
  • Evitar el consumo elevado de grasas y alimentos procesados ricos en aditivos y conservantes, ya que no favoreces el equilibrio en el ecosistema intestinal y generan inflamación.
  • Utilizar si es preciso elementos de apoyo como prebióticos (almidón resistente, inulina, etc.), probióticos (levaduras Saccharomyces, Lactobacillus, Bifidobacterias, etc.) y simbióticos (prebiótico+probiótico de efecto superior al generado por los dos elementos por separado- lactobacillus+fructo-oligosacáridos). Su incorporación en la dieta se está estudiando para el tratamiento de enfermedades concretas como diarrea asociada a antibióticos, cólico del lactante, diabetes, etc. En este caso deben ser aconsejados por un profesional de la nutrición.

Bibliografía

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