Nuestro cuerpo está programado para comenzar un envejecimiento fisiológico normal a partir de cierta edad. Desgaste de los telómeros, inestabilidad genómica, autofagia ineficiente, desregulación mitocondrial, senescencia celular, agotamiento de células madre, disbiosis, inflamación crónica, etc., son varios de los factores que contribuyen a ello. Actúan como una red de interacciones en las que todos son causa y efecto, y que dirigen hacia el envejecimiento y las enfermedades degenerativas.1

La inflamación crónica es un hecho que está siendo estudiado actualmente con mucho interés ya que afecta de la siguiente forma a algunos de los mecanismos citados:

  1. La inflamación crónica favorece el desgaste de los telómeros. El TNF y la IL-6 son marcadores de inflamación que inhiben la acción de la telomerasa, enzima que se ocupa de la regeneración de los telómeros y por tanto de aumentar la capacidad de replicación celular.2
  2. La inflamación supone un aumento de la producción de radicales libres tóxicos causantes de daños directos a las macromoléculas intracelulares como el ADN, el cual presenta una sensibilidad especial por su limitada estabilidad estructural.2
  3. En las enfermedades neurodegenerativas propias de la edad se ha demostrado un papel importante de la neuroinflamación en el deterioro de la autofagia eficiente o fagocitosis, necesaria para una buena renovación celular. En la enfermedad de Parkinson, Alzheimer, Huntington y ELA se produce un aumento de citoquinas que disminuyen los marcadores de autofagia de la microglía.3
  4. Muchas enfermedades inflamatorias como la aterosclerosis, osteoartritis y diabetes muestran elevaciones en las células senescentes asociadas disminuyendo la funcionalidad de los tejidos correspondientes.
  5. Un estado proinflamatorio con aumento de citoquinas como IFN favorece cambios en los perfiles del microbioma oral e intestinal hacia cepas que aumentan la producción de proteína B-amiloide y su acumulación en el cerebro, hecho que se produce en enfermedades neurodegenerativas.4

Conclusión

En un sistema inmune equilibrado se producen continuamente pequeños balanceos entre las vías proinflamatorias y antiinflamatorias que nos permiten mantener una salud duradera. Con la edad se puede producir su alteración, que desencadena procesos disfuncionales en los diferentes sistemas orgánicos como cardiovascular, muscular, en la piel, en el cerebro, etc. Asimismo, distintos factores como el estrés crónico, pueden contribuir al proceso de envejecimiento a través de la inflamación crónica.

A la luz de los conocimientos científicos actuales el sistema inmune se propone como una diana para tratamientos y terapias orientadas a retrasar una vejez precoz.

Bibliografía

  1. Uyar B, Palmer D, Kowald A, Murua Escobar H, Barrantes I, Möller S, Akalin A, Fuellen G. Single-cell analyses of aging, inflammation and senescence. Ageing Res Rev. 2020 Dec;64:101156. doi: 10.1016/j.arr.2020.101156. Epub 2020 Sep 16.
  2. Baechle JJ, Chen N, Makhijani P, Winer S, Furman D, Winer DA. Chronic inflammation and the hallmarks of aging. Mol Metab. 2023 Aug;74:101755. doi: 10.1016/j.molmet.2023.101755. Epub 2023 Jun 15.
  3. Zhuang XX, Wang SF, Tan Y, Song JX, Zhu Z, Wang ZY, Wu MY, Cai CZ, Huang ZJ, Tan JQ, Su HX, Li M, Lu JH. Pharmacological enhancement of TFEB-mediated autophagy alleviated neuronal death in oxidative stress-induced Parkinson’s disease models. Cell Death Dis. 2020 Feb 18;11(2):128.
  4. Molinero N, Antón-Fernández A, Hernández F, Ávila J, Bartolomé B, Moreno-Arribas MV. Gut Microbiota, an Additional Hallmark of Human Aging and Neurodegeneration. 2023 May 10;518:141-161.

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