Seguro que has sentido alguna vez esos molestos pinchazos en la garganta, afonía, sequedad, dolor. ¿Puede ser faringitis?
La faringitis es una inflamación de la faringe, el tubo que conecta la nariz y la boca con la laringe y el esófago, y, como explicaremos a continuación, este proceso inmunitario puede activarse por causas muy diversas.
¿Cómo empieza una faringitis?
1. El desencadenante inicial
Una faringitis empieza con algún factor irritante de la garganta. Entre ellos, puede ser por ejemplo el ataque de algún microorganismo patógeno, como un virus. Si bien, otros elementos pueden disparar el proceso: alérgenos, irritantes químicos, irritación por el frío, etc. Estos factores desencadenan en la faringe una señal de alarma que inicia una respuesta inflamatoria.
2. La respuesta inflamatoria
¿Esto qué significa? Se produce un aumento del flujo sanguíneo en la faringe con enrojecimiento, calor local, hinchazón que permite que gran cantidad de células inmunes se acerquen al lugar donde se ha producido la irritación liberando citoquinas y otros mediadores de la inflamación y la respuesta inmunitaria. Dependiendo de la gravedad del ataque o de nuestro estado de salud se pueden producir también síntomas sistémicos como fiebre, fatiga, dolor generalizado, falta de apetito, etc.
3. Cuando entra en juego la inmunidad adaptativa
En el caso de que este proceso sea debido a una sustancia tóxica (infección, irritante, etc.), los agentes defensivos en la primera línea de defensa, o inmunidad innata, cuentan con la barrera física, como la mucosa, y sustancias químicas, como enzimas, dispuestos bloquear a las moléculas extrañas. Posteriormente los neutrófilos y monocitos entran al tejido de la faringe y engloban y fagocitan a los elementos extraños. En otra fase posterior, si es necesario, entra en juego la inmunidad adaptativa con los linfocitos T que pueden ocuparse de destruir las células que se han infectado o necesitan eliminarse por su contenido tóxico, producto de la lucha contra el agresor. Luego se produce la activación de una respuesta más específica con la activación de linfocitos B que producirán anticuerpos a medida del agente agresor.
Idealmente, una vez que se elimina el agente agresor, de la naturaleza que sea, se inician los procesos de resolución de la inflamación para restaurar la salud del tejido, permitir que recupere su funcionalidad y recuperar la homeostasis inmunológica para conseguir un estado de ahorro energético.1
En esta fase de resolución, un sistema inmunitario coordinado es clave.
¿Qué ocurre si el sistema inmunitario no funciona correctamente?
A veces, la faringitis no es solo cuestión del factor irritante, sino de cómo responde nuestro sistema inmunitario. Cuando esta respuesta no es eficiente o está desregulada pueden aparecer:
- Faringitis más frecuentes o prolongadas, porque la primera línea defensiva no consigue contener virus o bacterias.
- Inflamación excesiva, típica cuando el sistema inmunitario reacciona por encima de lo necesario frente a irritantes menores o alérgenos.
- Dificultad para resolver la inflamación, lo que hace que la garganta quede irritada durante más tiempo o aparezcan recurrencias.
En estas situaciones, estrategias terapéuticas como la microinmunoterapia buscan favorecer la coordinación inmunológica, ayudando al organismo a gestionar mejor la inflamación y a recuperar la homeostasis de los tejidos faríngeos.
Factores desencadenantes más comunes de la faringitis
Los factores que desencadenan una faringitis pueden variar de una persona a otra, en ocasiones una persona es más vulnerable a un factor concreto y puede sufrir faringitis con frecuencia cuando se expone a ese factor y no cuando se expone a otros2,3.
Estos son los más frecuentes:
- Las infecciones virales son una causa muy común de faringitis. Por ejemplo la gripe, el resfriado, el virus EBV, virus sincitial respiratorio.
- Infecciones bacterianas. Menos comunes que los virus pero también frecuentes y en ocasiones producen cuadros de gravedad moderada, generalmente se asocian a respuestas inflamatorias de mayor intensidad. Streptococcus pyogenes es la más conocida pero también Neisseria gonorrhoeae o Chlamydia pneumoniae son frecuentes y pueden requerir de tratamiento antibiótico.
- Alergia. Los alérgenos como el polen, el moho, el pelo de animales, el polvo, etc. pueden desencadenar síntomas de faringitis ya que producen la liberación de histamina y una hiperrespuesta del sistema inmunitario que a nivel local inflaman la faringe.
- Irritantes ambientales. La contaminación del aire, los cambios de temperatura con el aire acondicionado, los productos químicos volátiles, el humo del tabaco, etc. pueden también irritar las vías respiratorias y propiciar una faringitis.
- El uso excesivo o inadecuado de la voz. Gritar, cantar, hablar sin descanso puede producir irritación de cuerdas vocales y de la zona próxima con desarrollo de faringitis.
- Lesiones traumáticas. Por ejemplo, la toma de alimentos excesivamente calientes o irritantes, el uso de dispositivos médicos en pruebas de diagnóstico pueden causar inflamación y faringitis.
- Reflujo gastroesofágico. Cuando el ácido del estómago refluye hacia esófago y faringe bien por una digestión pesada o porque haya algún problema anatómico en los esfínteres digestivos puede producirse irritación de los tejidos de la faringe. En este caso se habla de faringitis por reflujo.
Conclusión
Determinar cuál es el motivo de la faringitis es esencial para orientar el tratamiento o la prevención de manera adecuada. Sin embargo, independientemente de la etiología, es necesario valorar si el sistema inmunitario está en buen estado y si no es así recuperarlo ya que se pone a prueba durante todo el proceso y es determinante en evitar recurrencias.
Bibliografía
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