Por las mañanas, al levantarnos, muchos sentimos rigidez en las manos o en las rodillas y pensamos: “Será solo el frío” o “Es por la edad”. Si esta sensación se repite, nuestro cuerpo podría estar enviando señales de que las articulaciones enfrentan desgaste o inflamación. Podría tratarse de artritis… o quizás artrosis. Saber distinguir entre ambas no es un detalle menor: es la base para identificar los síntomas a tiempo, proteger nuestras articulaciones y cuidar nuestra salud a largo plazo.

Artritis: inflamación activa de las articulaciones

  • Causas: inflamación de la membrana sinovial, el fluido que lubrica la articulación y actúa como barrera protectora. Puede ser causada por procesos autoinmunes, infecciones o lesiones, que favorecen que el sistema inmunitario reaccione de manera exagerada, atacando tejidos sanos.
  • Síntomas: dolor intenso incluso en reposo, hinchazón, enrojecimiento, calor en la articulación afectada y rigidez matutina prolongada. Puede aparecer fatiga general y afectar varias articulaciones a la vez.
  • Impacto en el sistema inmunitario: en la artritis, el sistema inmunitario no solo reacciona de forma exagerada sino que pierde la capacidad de distinguir entre células propias y extrañas. Esa “confusión” provoca que las células inmunitarias liberen citoquinas proinflamatorias (IL-1, IL-6, TNF-alfa), que aumentan el flujo sanguíneo, atraen más células inmunitarias al tejido afectado y mantienen la inflamación activa. Al mismo tiempo, la membrana sinovial se engrosa y va dañando el cartílago y el hueso adyacente. Es decir, es la propia respuesta inmunitaria desregulada la que origina la enfermedad y la mantiene activa.

Artrosis: desgaste progresivo del cartílago

  • Causas: degeneración del cartílago que recubre los huesos, provocada por la edad, traumatismos o estrés mecánico repetitivo.
  • Síntomas: dolor al movimiento, rigidez que mejora con actividad ligera, crujidos articulares y pérdida de flexibilidad. Afecta principalmente a rodillas, caderas y columna.
  • Impacto en el sistema inmunitario: aunque no se trata de una enfermedad autoinmune, el sistema inmunitario también juega un papel importante en el desarrollo de la artrosis. Cuando el cartílago se degenera, pueden quedar pequeños fragmentos en el líquido sinovial que son reconocidos por el sistema inmunitario como señales de daño. Por ello, se activa una respuesta inflamatoria local: macrófagos y otras células inmunitarias acuden a la zona liberando citoquinas proinflamatorias como IL-1β y TNF-alfa. En principio estas buscan reparar el tejido pero pueden contribuir a acelerar el deterioro si la inflamación se mantiene de forma crónica. Esta inflamación no es tan intensa como en la artritis, pero sí puede aumentar el dolor y favorecer la rigidez y el desgaste si no se corrigen los factores mecánicos que la originan.

Señales tempranas: la importancia de actuar a tiempo

Antes de que el dolor se vuelva persistente o las articulaciones comiencen a deteriorarse, nuestro cuerpo nos envía señales que a menudo pasamos por alto. Podemos notar rigidez al iniciar el día: las manos, rodillas o caderas tardan más de lo habitual en moverse con normalidad, y esa sensación de “entumecimiento” puede ser un primer aviso de inflamación o desgaste.

También es común experimentar molestias tras actividades cotidianas que antes realizábamos sin problema, como subir escaleras, caminar distancias cortas o levantar objetos livianos; son pequeñas pistas de que la articulación está empezando a sufrir estrés. La fatiga localizada o general, ese cansancio en articulaciones o en el cuerpo al hacer movimientos habituales es otro indicio de inflamación silenciosa. Incluso acciones simples, como agacharse, girar o alcanzar objetos, pueden comenzar a resultar más difíciles, mostrando que los músculos y el cartílago que sostienen la articulación están bajo presión.

Reconocer estos signos nos permite incorporar hábitos saludables de inmediato, como ejercicios suaves, control del peso o alimentación antiinflamatoria. Y cuando sea necesario, recurrir a tratamientos de microinmunoterapia que ayuden a regular la inflamación.

¿Qué hábitos podemos adoptar para cuidar nuestras articulaciones?

  1. Ejercicio regular: caminar, nadar o ejercicios de bajo impacto fortalecen los músculos que sostienen las articulaciones.
  2. Control del peso: reduce la carga sobre rodillas y caderas.
  3. Alimentación equilibrada: antioxidantes y ácidos grasos omega-3 ayudan a equilibrar la inflamación.
  4. Postura y ergonomía: adaptar actividades diarias disminuye microtraumatismos que desgastan las articulaciones.

MITOS COMUNES SOBRE ARTRITIS Y ARTROSIS

Sabemos mucho sobre estas dos patologías, pero aun así siempre hay afirmaciones que no son del todo ciertas y que podrían generar confusión. ¡Ahí van algunos de los principales mitos difundidos!

“Toda rigidez articular es artritis”
Es uno de los malentendidos más frecuentes. La rigidez puede aparecer por artrosis, desgaste mecánico de la articulación o simplemente por falta de movimiento prolongado. No siempre indica un proceso inflamatorio autoinmune, y diferenciarlo es fundamental para no alarmarnos innecesariamente ni recurrir a tratamientos incorrectos.

“La artritis solo afecta a personas mayores”
Muchas personas creen que solo los adultos mayores desarrollan artritis, pero existen formas autoinmunes que pueden aparecer en jóvenes e incluso en niños. Ignorar estos casos puede retrasar el diagnóstico y la intervención temprana, lo que puede empeorar el pronóstico y la calidad de vida.

“El dolor solo se controla con pastillas”
Otro mito común es pensar que los medicamentos son la única forma de alivio. Si bien los antiinflamatorios pueden reducir temporalmente el dolor, los hábitos diarios, la actividad física adaptada y la microinmunoterapia ayudar a hacer un trabajo de fondo. Regulan la señalización inflamatoria desde la raíz, ayudando a regular la inflamación y promoviendo un sistema inmunitario equilibrado que proteja las articulaciones a largo plazo.

“En la artrosis, el cartílago no se puede proteger”
Se suele pensar que el cartílago es un tejido que inevitablemente se desgasta con el tiempo y no hay nada que hacer. Sin embargo, mantener un estilo de vida activo, alimentarse de manera equilibrada y adoptar medidas de prevención, como evitar sobrecargas y movimientos repetitivos dañinos, puede ralentizar el desgaste y preservar la funcionalidad de la articulación durante más tiempo.

MICROINMUNOTERAPIA EN EL CUIDADO DE LAS ARTICULACIONES

Comprender cómo nuestro cuerpo maneja la inflamación nos permite actuar de manera más efectiva. Además, nos recuerda que la salud no se trata solo de aliviar los síntomas cuando aparecen, sino de cuidar diariamente nuestro sistema inmunitario y nuestras articulaciones. Incluso cuando todo parece estar en orden. Pequeñas acciones diarias, hábitos saludables y un tratamiento adecuado pueden marcar la diferencia en cómo nuestro cuerpo gestiona la inflamación y protege las articulaciones a largo plazo.

Llegados a este punto, entendemos que tanto en la artritis como en la artrosis, la inflamación —sea autoinmune o secundaria— tiene un papel clave. No se trata solo de calmar el dolor cuando aparece, sino de actuar sobre la regulación inmunitaria desde la raíz.

¿Y si existiera un enfoque terapéutico que ayudara a nuestro sistema inmunitario a modular la inflamación de manera equilibrada y apoyara la protección de nuestras articulaciones? La microinmunoterapia propone precisamente eso: un modelo integrativo que no busca suprimir ni sobreestimular la inmunidad, sino favorecer que el sistema inmunitario actúe de manera más equilibrada frente a la inflamación. Contribuye a la regulación de los procesos que afectan las articulaciones.

Gracias a esto, nuestras articulaciones pueden mantenerse funcionales, el dolor y el desgaste se gestionan mejor, y se fomenta un sistema inmunitario resiliente que contribuye a una salud duradera.

Los medicamentos de microinmunoterapia se administran por vía sublingual, lo que permite que el cuerpo los absorba rápidamente, evitando el paso por el hígado y el contacto con enzimas y ácidos digestivos. Esto reduce el riesgo de efectos secundarios y los hace adecuados incluso para personas con problemas digestivos o hepáticos. Además, su administración cómoda y sencilla facilita mantener el tratamiento cuando se requieren pautas continuadas. Así, se consigue apoyar el equilibrio del sistema inmunitario y la salud de las articulaciones a lo largo del tiempo, con menor necesidad de recurrir a tratamientos de mayor impacto.

Espacio profesional Labo'life

Conclusión

Artritis y artrosis son condiciones distintas, pero en ambas podemos cuidar nuestras articulaciones día a día. Adoptar hábitos saludables, detectar señales tempranas y mantener un sistema inmunitario regulado son claves para disfrutar de unas articulaciones sanas y funcionales. Escuchar a nuestro cuerpo y actuar a tiempo es el primer paso para vivir con menos dolor, mantenernos activos, ágiles y más resilientes en el largo plazo.

Deja tu comentario