El Alzhéimer o la enfermedad de Alzhéimer fue descrita por el neurólogo alemán Alois Alzheimer en 1901 y actualmente es la causa más común de demencia. Se define como un trastorno neurodegenerativo de evolución lenta que presenta deterioro cognitivo, pérdida progresiva de la memoria y trastornos en la conducta o comportamiento. El principal factor de riesgo es la edad avanzada, aunque la herencia genética, la dieta y el estado de salud general son otros factores a tener en cuenta. Así pues, existen diferentes estudios que relacionan esta dolencia con otras enfermedades como pueden ser infecciones virales, enfermedades vasculares, depresión y diabetes.

Actualmente, el Alzhéimer se considera una enfermedad sin cura, es por ello que se están haciendo importantes esfuerzos por investigar nuevos métodos de diagnóstico más temprano y de fácil acceso, y tratamientos más efectivos. En el campo de los nuevos métodos de diagnóstico destacan los estudios recientes del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona del CSIC, donde el equipo del Dr. R. Trullas ha determinado que la detección de un descenso de los niveles del ADN mitocondrial en el fluido cerebroespinal  podría servir como método diagnóstico. Y también los estudios realizados por el equipo del Dr. M. Sarasa que la determinación en sangre de los péptidos beta-amiloide 40 y beta-amiloide 42 podría servir de biomarcador para la enfermedad de Alzheimer.

Por otra parte, cabe destacar que investigaciones recientes han demostrado la relación entre el Alzhéimer y el sistema inmune,  concretamente con el proceso inflamatorio. Cuando los niveles de diferentes proteínas implicadas en el proceso inflamatorio se ven aumentados se puede producir una inflamación crónica, que, al afectar al cerebro provoca una disminución del flujo sanguíneo de la vía neurológica, reduciendo la utilización de oxígeno por parte del cerebro. En el momento en que el cerebro se encuentra bajo presión, gasta mucha energía al tratar de defenderse, en lugar de centrar sus esfuerzos en funcionar de manera óptima. Si el sistema inmunitario funciona de manera correcta, todo esto no sucede, ya que es capaz de proteger al cerebro de las causas dañinas de inflamación y reducir la presión del cerebro para que éste alcance su mayor rendimiento.

Así pues, a modo de resumen podríamos decir que para prevenir o retrasar la aparición del Alzhéimer es importante el control precoz de los factores de riesgo vasculares, como la presión arterial alta y el colesterol, consumir una dieta sana, hacer ejercicio, mantenerse activo y mantener nuestro sistema inmunitario en buen estado. Estos parámetros también son importantes para mejorar la calidad de vida de personas que ya padecen Alzheimer.

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