La esclerosis múltiple es una enfermedad crónica inflamatoria, cuya gravedad y evolución son muy variables, y que además no es debida a una única causa.

Una enfermedad misteriosa de evolución imprevisible

La esclerosis múltiple es una enfermedad que afecta al Sistema Nervioso Central (SNC), en particular al cerebro, los nervios ópticos y la médula espinal. Altera la transmisión de los flujos nerviosos, a través de un proceso de desmielinización (destrucción de la mielina, membrana que envuelve y protege las fibras nerviosas) y se puede manifestar de forma variable, con múltiples síntomas en función de la localización de las placas: alteraciones visuales y cognitivas (dolores breves, hormigueos, sensaciones de descargas eléctricas) entumecimiento o debilidad en los brazos o las piernas, trastornos del movimiento, espasmos o contracturas musculares, pérdida del equilibrio, cansancio anormal, etc.

Las áreas lesionadas del sistema nervioso se conocen también bajo el nombre de “placas de desmielinización” y se pueden visualizar durante una IRM (Imagen por Resonancia Magnética). Jean-Martin Charcot, profesor de neurología en la Universidad de París, fue quien describió por primera vez la enfermedad, en 1868.

La esclerosis múltiple es una enfermedad neurológica debilitante, también conocida como enfermedad de las 1000 caras y que afecta a más de 2.5 millones de personas en todo el mundo, especialmente en la zona septentrional. Afecta más a las mujeres, en una proporción de 3 mujeres por cada 2 hombres y se suele diagnosticar entre los 20 y los 40 años. Además, representa la 1ª causa de hándicap no traumático en los adultos. Las formas más frecuentes son: la forma remitente-recurrente (EMRR), en 85 a 90% de los casos, con brotes imprevisibles y la forma progresiva recidivante (EMPR), que representa de un 10 a 15% de los casos.

Causas de la esclerosis múltiple

Las causas que originan la esclerosis múltiple todavía se desconocen pero puede ser debida a una combinación entre factores genéticos y factores ambientales. Estos podrían provocar una respuesta inadaptada del sistema inmunitario. Las infecciones bacterianas, un déficit en vitamina D, una exposición a metales pesados y a otras substancias tóxicas, pero también un desequilibrio de la flora intestinal pueden ser factores desencadenantes de la enfermedad.

El virus de Epstein-Barr, desencadenante potencial de la esclerosis múltiple

Así pues, la esclerosis múltiple es una enfermedad compleja, de etología desconocida. Se cree que un 25% de los brotes son causados por infecciones víricas, tales como la del virus de Epstein-Barr (EBV), virus de la familia de los Herpesvirus y agente patógeno de la mononucleosis infecciosa.

Pese a que no existe ninguna prueba convincente de la implicación del virus EBV en la activación de la esclerosis múltiple, las últimas investigaciones apuntan a que aumenta el riesgo de desarrollar una esclerosis múltiple después de haber sido infectado por el virus del EBV.

Esclerosis múltiple, EBV y Microinmunoterapia

En el marco del tratamiento de la esclerosis múltiple, el objetivo de la microinmunoterapia es restablecer el equilibrio del sistema inmune y reducir la destrucción de la mielina. Asimismo, en casos de reactivación del virus EBV, la microinmunoterapia ayuda a mantener el virus bajo control y dificulta su replicación.

En el caso de una implicación del virus EBV en la esclerosis múltiple, la microinmunoterapia puede ayudar a restablecer el equilibrio del sistema inmunitario. El objetivo es que pueda mantener el virus bajo control y con ello sus efectos en el desarrollo de esta patología.

Bibliografía

  1. M. P: Pender and S. R: Burrows, “Epstein-Barr virus and multiple sclerosis: potential opportunities for immunotherapy.,” Clin. Transl. Immunol., vol. 3, no. 10, p. E27, 2014.

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